Lo principal para la salud cardiovascular es comenzar con alguna actividad física. Caminar en lugar de utilizar transportes, y subir escaleras en lugar de tomar un ascensor, constituyen el primer paso para cambiar de una vida sedentaria a una activa.
La programación de caminatas diarias, acordes al estado físico actual de cada persona, es el segundo paso. La dosis adecuada podría ser de 30 a 60 minutos por día, la mayoría de los días de la semana, a un ritmo cómodo. Una forma interesante de hacer más entretenido este ejercicio es realizar cambios en la intensidad de las caminatas. Por ejemplo, 80 metros a un paso moderado y, luego, 20 metros a paso rápido en forma repetida.
Si una persona lleva muchos años de sedentarismo, puede comenzar con tiempos e intensidades menores. Por ejemplo, reservar un horario del día para dar una vuelta manzana o un paseo por la plaza los primeros días. Cada 3 ó 4 días puede ir aumentando las distancias y variando las velocidades. No es necesario realizar el ejercicio en una sola sesión y puede resultar más sencillo sumar actividades durante el día en períodos de hasta 10 ó 15 minutos. A medida que se vayan obteniendo mejorías en la aptitud física y satisfacciones con los logros obtenidos, se puede progresar con las intensidades y los tiempos y, además, programar las actividades.