Los cardiólogos recomiendan tomarse la presión arterial al menos una vez al año a partir de los 40 años.
Lo que mide la presión arterial es la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias al ser bombeada por el corazón. Así, la presión arterial es más alta cuando el corazón se contrae bombeando la sangre. Es la llamada presión sistólica. Por el contrario, la presión arterial es más baja cuando el corazón se relaja entre latidos, que es la presión diastólica. Como referencia, se considera que unos valores tensionales normales se encuentran por debajo de 130/85 mm Hg siempre que no lleguen a la hipotensión (≤90/60 mm Hg). Por el contrario, la hipertensión alude a cifras mayores o iguales a 140/90 mm Hg.
La razón de que mantener unas cifras elevadas de presión arterial sea una amenaza para la salud cardiovascular es que el corazón, al igual que las arterias y los riñones, hace un sobreesfuerzo adicional que aumenta el riesgo de insuficiencia cardiaca, arritmias, hipertrofia del ventrículo izquierdo, relajación disminuida del ventrículo izquierdo, dilatación de la aurícula izquierda e incluso infarto de miocardio o infarto cerebral.
Según los expertos, hay factores que influyen en la hipertensión que no podemos controlar, como el envejecimiento, la menopausia o el factor genético. Sin embargo, sí podemos actuar combatiendo otros factores que influyen en la aparición de la hipertensión como son la obesidad, el sedentarismo, la mala alimentación o el alto consumo de sal. Por eso, para poder controlar nuestras cifras de presión arterial, las dos reglas básicas son prestar atención a nuestra alimentación eliminando la sal y siguiendo la dieta mediterránea y hacer ejercicio.
En cuanto a esta última recomendación, la Organización Mundial de la Salud (OMS) la incluye desde hace tres décadas entre las medidas no farmacológicas más importantes destinadas a disminuir los valores de tensión arterial. Concretamente recomienda a los adultos practicar, como mínimo, 150 minutos semanales de actividad física aeróbica de intensidad moderada o 75 minutos de actividad intensa.
Respecto a la alimentación, lo principal es ingerir cinco porciones de fruta y verdura al día, reducir las grasas –especialmente las saturadas– y disminuir la ración de sal a menos de 5 gramos diarios –una cucharadita de café- o incluso eliminarla por completo sustituyéndola por hierbas y especias libres de sodio. Otra recomendación es eliminar también de la alimentación los procesados, que contienen grandes cantidades de sal.
Además, los expertos recuerdan que si la hipertensión arterial aparece en personas fumadoras, las posibilidades de sufrir un infarto cerebral o de miocardio se multiplican. De ahí que dejar de fumar sea también básico.